sábado, 15 de agosto de 2009

ANDVARI Y ADONIS

ANDVARI (Europa del Norte)

En la mitología germánica, enano que vivía en una cascada. Bajo la forma de un salmón, fue capturado en sus aguas por el dios timador Loki, que había adoptado la apariencia de un mortal. Loki liberó a Andvari a cambio del oro que tenía y luego le robó el anillo. Andvari arrojó una maldición sobre el anillo para que cualquiera que lo poseyese fuera destruido. En las óperas de Wagner que forman la tetralogía (“El anillo de los nibelungos”), Andvari se llama Alberico.

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ADONIS (Grecia)

Adonis significa “señor” y originalmente fue el título que se le dio al dios babilónico Tammuz, que muere y renace. A medida que el culto de Tammuz se desplazó por el oeste hasta Grecia, el título acabó por confundirse con el nombre del dios.

La veneración de Adonis floreció en Canaán, sobre todo en la ciudad de Biblos, que jactaba de poseer el templo más importante dedicado a su culto. Los colonizadores fenicios llevaron a Chipre el culto del dios y desde allí, como parte del culto a la diosa del amor Afrodita, su muerte y renacimiento anuales pasaron a la mitología griega.

         A pesar de que se trasplantó a varias tradiciones locales durante su periplo hacia el oeste, la historia de Adonis conservó la coherencia. El dios fue producto de la relación incestuosa entre Mirra y su padre, que era rey. Como Mirra se negó a mostrar respeto por su padre, Afrodita la castigó dotándola de un deseo insaciable. Mirra visitó durante doce noches el lecho de su padre, que en la oscuridad no la reconoció.

         Cuando finalmente descubrió con quien había yacido, el viejo monarca quiso matar a su hija. Los dioses oyeron la súplica de protección divina de Mirra y la convirtieron en el árbol del que se extrae la resina que lleva su nombre. Diez meses después el árbol parió a Adonis, que nació con un colmillo de jabalí.

          El bebé era tan bello que Afrodita decidida a impedir su destrucción, lo ocultó en un cofre que entregó a Perséfone, diosa de los infiernos. Cuando Afrodita volvió a buscar el cofre, descubrió que Perséfone lo había abierto, visto la belleza del bebé y tomado la decisión de quedárselo.

         Desesperada, Afrodita apeló a los dioses y Zeus decidió que Adonis pasara un tercio del año en la tierra, con Afrodita, otro en los infiernos, con Perséfone; y el tercero donde le pluguiere (donde él quisiera).

         Durante la estancia anual de Adonis en los infiernos –de finales de otoño hasta comienzos de la primavera-, Afrodita desaparecía en pos del dios y dejaba estéril la tierra. Sin embargo, cada primavera la diosa del amor recuperaba al hermoso joven. En Chipre se decía que Adonis retornaba cuando florecían las anémonas rojas y en Biblos cuando el río bajaba rojo por la tierra que la lluvia arrastraba desde las colinas.

         En el siglo II el escritor griego Luciano visitó la ciudad de Biblos y registró la creencia local según la cual Adonis había muerto en un desfiladero. También consignó que los rituales del culto incluían llantos y gemidos y que en la época del retorno del dios a las puertas de cada casa se ponían tiestos que se regaban cuidadosamente para mantener el ritmo de la renovación general de la vegetación del mundo.

         A diferencia de Osiris, a Adonis nunca se lo presentó en forma momificada, a pesar de que las estrechas relaciones comerciales que Biblos mantuvo con Egipto ciertamente habrían permitido la asimilación de las prácticas del culto al gran salvador egipcio.

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