lunes, 17 de agosto de 2009

AGNI Y BRAHMA

AGNI (India)

En la mitología hindú, dios del fuego y una de las tres deidades supremas del “Rigveda“, el documento religioso más antiguo que sobrevive en India. Sus arcaicos compañeros fueron Indra, dios del cielo y Surya, dios del sol.

Agni nació del loto sagrado creado por Brahma. Por lo general se lo representa con dos caras rojas, siete lenguas y cuatro manos. Va vestido de negro, porta una lanza llameante y viaja en un carro que tiene los vientos por ruedas y está tirado por fogosos corceles.

            Sin embargo, Agni puede adquirir otros aspectos. Por ejemplo, cuando Indra le ordenó que destruyera a un enjambre de duendes carnívoros (rakshas), Agni adquirió una forma horrible, con colmillos de hierro afilados como navajas.

Agni simboliza la chispa vital de la naturaleza: consume para hacer vivir las cosas. En el “Mahabharata”, epopeya que se remonta a comienzos del primer milenio, se agota consumiendo excesivas ofrendas. Para recobrar las fuerzas, se ve obligado a incendiar el bosque de Khandava, con la colaboración de Krishna y de Arjuna, que vigilan sendos extremos para que los habitantes no escapen.

            Se considera a Agni una de las deidades guardianas del mundo (lokapalas). Con la ayuda de un elefante, cada deidad preside uno de los ocho puntos de la brújula. El de Agni es el sureste, punto por el que rompe el alba. En varios himnos védicos se lo celebra por crear el cielo y poblar de estrellas el firmamento. Según la creencia popular, cuando se atiza el fuego se molesta a Agni.

            Entre los poderes de Agni figuran la capacidad de conceder la inmortalidad y la purificación de los pecados después de la muerte. Por lo tanto, se apela a él en todas las ocasiones importantes, sobre todo en bodas y funerales. Su culto prácticamente ha desaparecido entre los hindúes y en el presente sólo lo convocan los enamorados para que intervenga en sus asuntos y los hombres para acrecentar su virilidad.

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BRAHMA (India)

Primer miembro de la trinidad hindú, que además incluye a Vishnú el Preservador y a Shiva el Destructor. A Brahma también se le llama Prajapati (“señor y padre de todos los seres”) y se lo considera el mayor de los sabios. A menudo se denomina a los sabios “hijos nacidos de la mente de Brahma”.

         Se dice que surgió de un huevo dorado que flotaba en las aguas primigenias. La creación de Brahma, en tanto que primer dios, se explica en función de un arrebato de la conciencia, un acrecentamiento de la esencia primitiva, de la sustancia incondicionada y auto existente (brahmán).

Brahma nació con una cabeza pero cuando vio la luz su esposa Sarasvati era tan hermosa que él se hizo crecer cuatro caras más a fin de verla por los cuatro costados. El quinto rostro ardió con el fuego del tercer ojo de Shiva a raíz de que le había hablado irrespetuosamente. En sus cuatro manos, Brahma sostiene un cetro (o un rosario), un arco, un cuenco para limosnas y el “Rigveda”, las antiguas escrituras.

         En tanto que Purusha (el hombre cósmico), Brahma creó a la humanidad con la colaboración de Sarasvati. En cuanto hizo el mundo, éste permaneció inalterado durante los diez días de Brahma. A lo largo de una de sus noches se produjo una degradación constante que acabó en la destrucción generalizada. El día y la noche de Brahma se conocen como kalpa y equivalen a 8.640.000 años.

         Con la excepción de los dioses, los sabios y los elementos, al final de un kalpa el fuego consume el mundo, después del cual Brahma restablece la creación. Algunos cosmólogos hindúes afirman que nos aproximamos al final de un kalpa, si bien a nuestra época –Kali Yuga- aún le quedan varios millones de años.

         Actualmente Brahma es una figura lejana que perdió sus poderes creativos en pro de Shiva, Vishnú y la gran diosa Devi. El mito que ilustra como lo desplazó Shiva se refiere al origen del lingam, la fálica columna de piedra sagrada para Shiva. Según el relato, entre Brahma y Vishnú se produjo una discusión para dilucidar cuál de los dos era el creador del universo. La encarnizada disputa se interrumpió cuando de las profundidades del océano cósmico salió una impresionante columna coronada de llamas. Brahma y Vishnú se acercaron a investigar, el falo cósmico estalló y en un profundo santuario interior semejante a una caverna encontraron al creador máximo: Shiva.

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