jueves, 12 de enero de 2012

BRÍGIDA

En la mitología irlandesa Brígida (o Brigit) es la hija de Dagda, el padre de los dioses. Era la diosa de las artes curativas, el fuego, los herreros, la poesía, la sabiduría y la fertilidad. En el siglo VI santa Brígida heredó su generosidad.

Brígida es, sobre todo, diosa de la creatividad, así como protectora de la cultura y de los elementos esenciales de la vida civilizada. Su fiesta, una celebración pastoral, era una de las más importantes en el mundo celta. Relacionada con las ovejas lactantes, recordaba a sus partidarios la continuidad y la renovación necesarias para la preservación de la vida cotidiana.

clip_image002            En muchas leyendas irlandesas Brígida aparece como la alternativa de su madre, Dana, e incluso se ha sugerido que eran aspectos distintos de la misma diosa madre.

Santa Brígida (450-523), una de los tres patrones de Irlanda, originalmente pudo ser sacerdotisa de la diosa Brígida; por cierto, el día de Santa Brígida corresponde al antiguo festival de primavera. El padre de la santa era un jefe local que la vendió a un druida, lo mismo que a su madre.

            Cuando el sacerdote pagano se convirtió al cristianismo, Brígida fue liberada. Retornó al hogar paterno y, a semejanza de su madre, se convirtió en una servidora que cuidó de la vaquería y del ordeño de las vacas. Se supone que allí inventó la tejeduría.

            Las artes culinarias de Brígida pronto manifestaron un ingenio milagroso, ya que era capaz de dar de comer a los animales hambrientos sin mermar en lo más mínimo las comidas que preparaba para la mesa del jefe. Sus pensamientos estaban pletóricos de buenos deseos y se hicieron legendarios. Anhelaba “un gran lago de cerveza para el Rey de Reyes... del que la familia del cielo beberá por los tiempos de los tiempos”; también deseaba que “Jesús forme parte de ese alegre grupo” y que “se repartan navíos llenos de limosnas”.

Brígida alimentó y se entregó a los pobres con tanto ardor que se convirtió en la obsesión de su padre, que hizo vanos intentos por casarla. Finalmente el rey reconoció la hondura de su sinceridad y la autorizó a fundar una orden en Kildare.

            Mientras que a la diosa Brígida se la relacionaba con los fuegos rituales de purificación, se creía que la santa cristiana se ocupaba del fuego sacro con la ayuda de 19 monjas. Después de su muerte, las monjas mantuvieron encendido el fuego del santuario de Santa Brígida.

El mandamiento de Jesús que dice: “vende lo que tienes, dáselo a los pobres y tendrás tesoros en el cielo: ven y sígueme”, inspiró a Santa Brígida del mismo modo que tres siglos antes, en Egipto, había inspirado a San Antonio. Mientras que el santo se retiró al desierto, la monja irlandesa continuó la tradición de generosidad de la diosa madre celta proporcionando los elementos esenciales de la existencia.

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