En
el reflejo directamente opuesto a Yule, Litha celebra el apogeo de la
fuerza del Sol o, en términos mitológicos, la “llegada a la edad
adulta” del Niño Divino.
Con
el trabajo de sembrar la futura cosecha terminado y la tarea de
cosechar todavía por delante, la estación del verano permite un
momento de respiro. Se conoce que cada día a partir de esta época
avanza unos centímetros hacia los oscuros y fríos meses de invierno
pero, al menos de momento, disfrutamos de toda la fuerza del poder
del Sol.
En
la antigüedad se encendían hogueras en la cima de las colinas, las
cuales reflejaban la intensidad y el calor del Sol. Desde esa altura,
se prendía fuego en ruedas de paja para hacerlas rodar colina abajo,
supuestamente hacia alguna masa de agua.
Los
cereales, en especial, dependen de la delicada interacción del
cálido Sol y la lluvia nutritiva. Las celebraciones de Litha
reconocen el don vivificante del Sol.
En
el paisaje interior, éste es un momento perfecto para hacer balance
de dónde estamos. Imagínate habiendo alcanzado la cima de la colina
tras un largo esfuerzo, viendo el trayecto a lo lejos.
-Tiffany
Lazic
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