Una linda planta, que se erguía airosa levantando airosamente al cielo su penacho de hojas tiernas, soportaba con disgusto la presencia junto a ella de un palo seco, derecho y viejo.
-Palo -se impacientó la planta-, te tengo demasiado cerca. ¿No podrías irte un poco más allá?
El palo se hizo el sordo para no replicar.
Entonces la planta se dirigió al seto de zarzas que la rodeaba y dijo:
-Seto, ¿no podrías marcharte a cualquier otro lugar? Me molestas.
El seto fingió no oír y callado siguió.
Pero un lagarto que reptaba por allí, levantó su cabecita y, mirando con sorna a la planta, dijo:
-Bella planta, ¿no has comprendido que debes al palo el poder estar derecha? Y en cuanto al seto, ¿todavía no te has dado cuenta de que está protegiéndote contra las malas hierbas?
Merece ser abandonado a su suerte
quien desdeña los favores, recibidos.
Leonardo Da Vinci
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