El Dios es el día, la Diosa la noche.
Por encima la Tierra de Ella, Él es el cielo.
Más allá de la oscuridad de Ella, Él es la luz
Ahí donde Ella es profunda, Él debe estar en lo alto.
Él es el relámpago y el Sol.
En el sacrificio reside Su poder.
Y en los ciervos cornudos que corren,
vive la gloria de todo lo que muere.
Él, Macho, es atraído hacia la Hembra;
proyectando todo lo que Ella recibe.
Con su sonrisa secreta, Él continúa mirando,
su rostro oculto entre las hojas del bosque.
Elizabeth Barrette
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